Mi boda. (Parte I).


Me levanté temprano por la mañana para ir a la peluquería paraa que me peinaran y maquillaran, aunque en un principio me negué al final accedí ya que me daba exactamente igual toda la parafernalia del maquillaje y el "desfile" de vestidos regionales. Iba acompañada por una de las sobrinas de mi (ahora) marido, supuestamente ella era la encargada de que todo marchara "bien" lol, de persuadirme para que me dejase hacer un coiff, como todas las novias argelinas. Pobre chica... Al final conseguí salir de la peluquería triunfante con mi cabello suelto y unos tirabuzones abiertos muy bonitos, y digo "conseguí" porque cuando ya casi todo mi cabello tenía tirabuzones, la peluquera agarró los mechones delanteros de mi pelo y los alisó rápida y hábilmente con el secador y un cepillo redondo (pretendía hacerme una especie de tupé improvisado y después recoger mi cabello por detrás, ante mi negativa inicial de hacerme un coiff) cuando ya había dejado muy claro que yo lo que quería era ir con el cabello suelto... Cuando pregunté que por qué había hecho eso la sobrina de mi marido intervino apurada, diciéndome en inglés: "let her finish her work". A lo que yo contesté, sin expresividad alguna en mi cara, y en un tono monocorde: "dile que vuelva a rizar con el babyliss lo que ha desrizado". Aunque estaba bastante enfadada por el tiempo que me hizo perder. Después llegó la venganza, o eso creo porque, si no, no me lo explico. Empezó la mujer a maquillarme, aplicándome una prebase blanca, dando suaves toques fuertes golpes en mi cara y cuello con una esponjita (un día o dos días después de la boda me salió un pequeño bulto al lado del cuello, al hamdu li Llah desapareció en poco tiempo). El maquillaje: horrible. Como me daba igual no tenía ninguna idea clara de lo que quería, así que le dije: "maquíllame como tú quieras". Bueno bueno... Una sombra de ojos morada púrpura que parecía como si me hubiesen dado unos puñetazos en los ojos, dos pedazo de rayas negras gruesas delineando mis párpados, las cejas marcadas con un rotulador negro, los labios entre rosa chicle y fucsia, el colorete de un rosa de todo menos discreto, y el tono de la base (sobre la prebase) era más oscuro que mi piel... En fin, ya no se podía hacer nada, era el momento de pagar y marcharme. Oculté mi cara con el hijab, y me monté en el coche lista para volver a la casa.

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